25 de junio 2021
Para hablar de su experiencia personal como danzante de venado, Leonardo Yáñez Juárez —destacado promotor cultural— participó en Diálogos en El Colegio de Sinaloa, este viernes 25 de junio de manera virtual y difundido por las plataformas digitales.
Inició hablando que su interés por la danza del venado surgió a partir de sus visitas al municipio de Cajeme, Sonora, especialmente a los pueblos de Vicam, Pótam y Cócorit. Agregó que la primera versión que llega a conocer de esta danza es la yoreme-yaqui: “Me conquistó, me sedujo la idea, porque sentía que era una danza de mucho poder y de mucha magia. Y cuando un danzante hace esta danza, se provoca esta magia de comunicación entre el danzante y el espectador”.
Explicó que en 1975 Alfonso Genaro Calderón Velarde introdujo a Sinaloa distintas iniciativas, entre ellas la construcción de centros culturales como la Dirección de Investigación y Fomento de la Cultura Regional (por sus siglas Difocur), la cual se encargó de llevar a las comunidades de Culiacán diferentes trabajos de danza, música y teatro, entre ellas, danzantes de venado y de pascola de las comunidades yoreme-mayo de Sinaloa, que le hicieron preguntarse sobre la existencia también de la danza del venado en Sinaloa.
También expresó que debido a que su familia se identificaba con las fiestas patronales de la cultura yoreme —por la ascendencia de su madre— él tomó la costumbre y la tradición de su familia materna como su factor de identidad. Es así como, posteriormente, estudia en la Escuela Superior de Ciencias y Artes Mukila Mazo.
Comentó que, para él, el ser humano busca dejar huella y con ello, busca construirse un personaje: “Era un sueño de trascendencia. En el fondo yo quería ser un danzante de venado porque sabía que serlo me iba a dar un lugar en la sociedad de los yoremes y en la sociedad de los mestizos”.
Asimismo, habló del prejuicio que conlleva ser indígena, y la renuencia de muchos jóvenes a participar en sus costumbres como la danza del venado. En este panorama, logra crear una sinergia con Vidal Montenegro, uno de los mayores pascolas yoremes; Mercedes Mora, el mejor danzante de venado en ese momento y Bernardo Esquer, comprometido con la comunidad yoreme. Leonardo Yáñez explicó que ellos fueron aleccionándolo no solo en la danza, sino en el mito y la leyenda, y agregó que para ellos Sonora y Sinaloa son una sola nación: la nación yoreme —misma que tiene las vertientes yoreme-yaqui y yoreme-mayo—.
Con ello, el movimiento indígena procede a fortalecerse; en los años 90 surge un boom por el trabajo inspirado en esta cultura realizado por artistas como Alejandro Mojica, Aldo Rodríguez y Rossy Robles, entre otros. Expresó que, gracias a este movimiento, los habitantes de las comunidades yoremes se reconocieron como importantes, así como es importante fortalecer, transformarse y al mismo tiempo, permanecer con la esencia de lo que es ser yoreme.
Finalmente, para Leonardo Yáñez la obligación de un artista, respecto a su obra, es que parezca sublime y fluida, por ello, “el yoreme se entrega desde que está pequeño, se entrega espiritual, intelectual y físicamente, así como a observar los movimientos de la naturaleza, conocer la conducta del venado animal. Es un entrenamiento que se va generando en la vida cotidiana”.