5 de agosto 2020
El arqueólogo Luis Alfonso Grave Tirado, investigador del Centro INAH Sinaloa, participó el miércoles 5 de agosto de 2020 en la inauguración de un nuevo ciclo de actividades en nuestro canal de You Tube: «Diálogos en El Colegio de Sinaloa» con una interesante conferencia titulada «El Calón y otros espacios rituales en las marismas del sur de Sinaloa», fungiendo como anfitriones José Carlos Zazueta –director de Acervos Históricos y Biblioteca de El Colegio de Sinaloa—, y el comunicador Gerardo Osornio.
“El Calón, enclavado en el corazón de la extensa red de marismas del sur de Sinaloa y norte de Nayarit, es una auténtica estructura monumental de más de 20 metros de altura construida enteramente con conchas de molusco. El Calón se manifiesta, así como un espacio sagrado, como un escenario ideal para la celebración de fiestas periódicas cuyo objetivo sería propiciar una buena pesca; pues en esta etapa se daba el mayor aprovechamiento de los recursos del estero en toda la época prehispánica.”
El investigador del Centro INAH Sinaloa explicó que una característica distintiva del estado de Sinaloa es la zona de humedales –una zona mucho más extensa en la época prehispánica—. “Ahí se encuentra una gran cantidad de especies animales susceptibles de haber sido explotados en la época prehispánica: al menos 61 especies de peces, más de diez moluscos de conchas y varios crustáceos como la jaiba y, por supuesto, el camarón; la región es también un importante refugio de aves y de acuerdo con la CONABIO (Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad) alberga regularmente más de 70 mil aves acuáticas y 104 mil aves playeras, de casi 400 especies diferentes, por si esto fuera poco, la extracción de sal es relativamente fácil”.
Grave Tirado señala que la zona de marismas tiene y tenía, para los habitantes prehispánicos del sur de Sinaloa, una gran cantidad de recursos; “de hecho la importancia de estos recursos se manifiesta con claridad en el desarrollo de dos sistemas artesanales altamente eficientes; para la pesca es el conocido como ‘tapos’ o ‘sierras’ el cual consiste en una estructura de ‘horcones’ que atraviesa completamente algunos de los angostos canales de estero, los cuales sirven de soporte a una especie de cortina plegable hecha tradicionalmente con varas de otate, pero en la actualidad se utilizan tubos de PVC.”
Las marismas de Escuinapa son de las zonas más investigadas arqueológicamente de todo el estado de Sinaloa, aunque su estudio inició relativamente tarde, a finales de la década de los años 60 del siglo pasado, reconoció el arqueólogo: “en la zona de marismas de Escuinapa hemos registrado 173 sitios arqueológicos prehispánicos; de estos, 41 corresponde a concheros de almeja, 56 son concheros de ostión, en 49 se observaron pequeños montículos habitacionales, en ocasiones asociados a algunos concheros, siete sitios cuentan con estructuras arquitectónicas construidas con concha de molusco, cuatro lo interpretamos como salineras y tres sitios de carácter ritual; además, aquí nos centraremos en cinco que hemos interpretado como centros ceremoniales.”
El especialista explica la diferencia entre espacio ritual y centro ceremonial: “en el caso de las marismas de Escuinapa, el espacio ritual sería un espacio donde se llevaban a cabo fiestas locales, mientras, lo que consideramos centros ceremoniales serían para ceremonias regionales o que involucraban a la población aledaña a las zonas de marismas; los cinco sitios que hemos interpretado de esta manera son: Juana Gómez; El Calón, Isla del Macho, El Macho y Panzacola, todos se encuentran relativamente cercanos a la laguna Agua Grande, la laguna que queda con agua permanentemente todo el año.”
El investigador del Centro INAH Sinaloa determina que “El Calón no funcionó como un área de vivienda, al parecer ni siquiera temporal, pues la escasez de materiales es relevante en este sentido. El Calón fue construido expresamente para la celebración de fiestas relacionadas con el inicio y probablemente el final de la temporada de pesca; fiestas que buscaban propiciar la fertilidad de la marisma, la cual proporcionaba uno de los alimentos básicos, junto con el maíz, de los habitantes del sur de Sinaloa.”
Para concluir, Grave Tirado dijo que los pescadores creen que “bajo ese “cerrito de conchas” hay enterrada una iglesia, y su nombre Calón, quizá tenga un resabio de su antigua grandeza, pues puede ser la castellanización de Callihuey (“casa grande” en náhuatl), por cierto, el nombre de un sitio de pesca cercano. Aunque en realidad también puede no ser más que la vulgar pértiga con la que los pescadores miden la profundidad de la marea. De cualquier forma, ya sea simbólica o práctica, sagrada o profana, los sigue auxiliando.”