2 de junio 2021
Para clausurar la 24° edición del Seminario la Religión y los Jesuitas en el Noroeste Novohispano, el Dr. Massimo Gatta disertó la conferencia ¿Pero a dónde vamos?: música (y ruidos) en la primera mitad del siglo XIX en Durango, este miércoles 2 de junio de manera virtual.
Massimo Gatta señaló que su análisis se enfocaría en la música como un fenómeno social y cultural y cómo esta puede ser un elemento que reescribe y complementa una historia.
Comentó que el siglo XIX estuvo caracterizado por una serie de movimientos de transiciones económicas, políticas y sociales donde las expresiones de estos procesos variaban según los espacios donde actuaban. “La música sí dialoga con estos procesos, pero al mismo tiempo la música también puede redefinir o reinterpretar esos movimientos”, agregó el historiador.
De la misma manera, utilizó el término de sonoridad para referirse tanto a la música como lo que no es considerado música —ruido— y dijo que, en su criterio, la música procede de una invención y esta a su vez, se reinventa.
Explicó que a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX la cultura ya no se limitaba a un área geográfica específica, sino que se expandía y dialogaba con otros, así lo señaló el Dr. Massimo Gatta: “el espacio, inclusive reducido como Durango, ha podido dialogar con ciertos aspectos sonoros que trascienden su espacio de la capital”.
Durante ese periodo en Durango ya se planteaban tonos de modernidad que estipulaban cambios a nivel estructural urbano. Por lo que, frente al espacio tradicional que era la catedral desde su fundación en el siglo XVI, se crearon otros espacios como el Teatro Coliseo en 1800, surgiendo así una polarización de espacios. Considerando que la temporalidad de los sonidos —música y ruido— proceden casi de manera autónoma, las manifestaciones sonoras de estos dos espacios permanecían y coexistían entre sí: “a diferencia de otros centros de México, Durango vivía a destiempo”, apuntó.
El historiador expresó que en la segunda década del siglo XIX todas las situaciones que crean estas oposiciones y encuentros crean a su vez nuevas lecturas sobre las sonoridades. Con ello, se habla por primera vez de percepción, pero una historia de la percepción que surge desde la molestia, ya que fue expresada por párrocos del obispado de Durango frente al sonido exterior.
Asimismo, señaló que en ese contexto comenzó un posicionamiento de una política más burguesa, “se habla de una sociedad que va proyectándose poco a poco a través de esas manifestaciones sonoras, a identificarse como una hegemonía preponderante”.
El Dr. Massimo Gatta concluye explicando que con la tradición de la capilla de música de la catedral de Durango va filtrando desde sus muros su repertorio musical hacia el exterior. Así, en contra de las reglas de la misma institución, por primera vez en el siglo XIX el músico sería empresario de sus propios proyectos musicales. Agregó que “el indicio que nos da la música es interesante: la transposición de un repertorio musical de un espacio a otro. La música nos da el vestigio de que la idea de la separación de la Iglesia y las instituciones seculares no fue tajantemente de esa manera, había una cierta colaboración o por lo menos una migración de elementos culturales de una a otra”.