19 de mayo 2021
Con el tema Propiedad de la tierra en la misión jesuita del Piaxtla: los casos de San Juan y Ajoya, el Dr. Gilberto López Castillo participó en la segunda sesión del 24° Seminario la Religión y los Jesuitas en el Noroeste Novohispano, el 19 de mayo de manera virtual.
A manera de introducción, el Dr. Gilberto López señaló que la misión jesuita de Topia y río Piaxtla —o de Xiximes, llamada así por Juan Ortiz Zapata— “es uno de los conjuntos misionales de la Compañía de Jesús que han recibido menor atención historiográfica en el norte de la Nueva España”, razón de su estudio sobre estas misiones.
Indicó que la fundación de la misión Jesuita del Piaxtla se atribuye a 1633, la cual pertenece a la Alcaldía Mayor de Copala del reino de la Nueva Vizcaya y comprende los pueblos de San Agustín, San Juan, Ajoya, entre otros. El informe realizado por Juan Ortiz Zapata sobre estas misiones en 1678 es la fuente más completa hoy en día que registra la presencia de los jesuitas en el río Piaxtla, apuntó el historiador.
Estos pueblos fueron administrados como misiones por los jesuitas ante la escasa o nula presencia de los párrocos, así lo expresó Gilberto López: “se trata de un momento en que los indígenas de San Juan, Ajoya, San Apolonia y San Agustín se quejaron ante el provincial de la Orden en México respecto a la escasa atención que reciben del misionero titular de San Ignacio, Marcelo de León”.
Como otro punto, el historiador expresó que los primeros trámites del pueblo de San Juan sobre la regularización de las tierras fueron a petición del alcalde mayor de Copala, don Luis Antonio de Palma y Meza. Mismos que fueron invalidados, siendo la creación de la Superintendencia para el Beneficio y Composición de Tierras y del Juzgado de Tierras en Guadalajara en 1693 lo que posibilitó de nuevo la regularización de la tierra.
Asimismo, mencionó que fue el 24 de abril de 1720 cuando llegó el juez de tierras a la jurisdicción de San Ignacio para la toma de medidas a detalle de San Juan, resultando como un sitio de ganado mayor —tamaño normal para el fundo legal en el norte de la Nueva España— y otro para la Cofradía de la Natividad, tierras que se utilizaban para el servicio de la Iglesia. Por otra parte, en la misión de Ajoya, fueron sus habitantes los que solicitaron las medidas de sus tierras. Gilberto López comentó que los resultados arrojaron dos sitios de ganado mayor.
El expositor también destacó al término de su presentación la importancia del rescate de este tipo de documentación sobre estas antiguas comunidades misionales, debido a que “en primer lugar, se trata de casos excepcionales y en segundo —a pesar de todo el significado coercitivo que implicó para Ajoya y San Juan— se convirtió a la larga en la póliza de garantía de su identidad”. Agregó también que se trataba de tierras de los pueblos como comunidad y no de las misiones en tanto entidad religiosa, de tal forma que al llegar el momento de la secularización (1753) no se afectó la organización de los pueblos, logrando mantenerse en la propiedad de sus tierras.